Autor: Suzanne Selfors
Formato: Kindle Edition
Pages: 326 (según mi edición)
Nro de Capítulos: 56 capítulos.
Emmeline Thistle, la hija de un arador, ha escapado de la muerte dos veces: la primera, la noche en la que nació, y la segunda, el día en el que todo el pueblo fue barrido por una inundación. Emmeline, a la que no le queda nada ni nadie, descubre que tienen una extraña y misteriosa habilidad: puede convertir la leche en chocolate, un manjar más valioso que el oro.
De repente, la chica menos deseada de Anglund es deseada por todos. Pero Emmeline solo desea a uno: Owen Oak, el hijo del lechero, cuyas lentas sonrisas y miradas prolongadas una vez la llevaron a creer que algún día podría ser amada por ser ella misma. Pero otros no se detendrán ante nada con tal de usar el don de Emmeline para su propio beneficio, sin importar lo que le cueste a ella.
La magia y el romance se entrelazan en este mundo fantástico donde el amor verdadero y el chocolate lo conquistarán todo.
Nunca juzguen un libro por su portada, eso es seguro. Yo la primera vez que vi este libro no le había dado una segunda mirada y lo dejé ahí para tenerlo "en casos de emergencia", y no si fuera porque trataba sobre una readaptación de El Patito Feo y necesitaba inspiración para un vídeo justamente inspirado en el mismo cuento, ni lo hubiera leído. Uf, gran error.
En una familia de aradores de las Llanuras, el último lugar en Anglund donde alguien quería estar por ser la zona de los descendientes de los Kell, antiguos invasores del reino, la esposa del arador estaba dando a luz, sin embargo la niña que tuvieron nació con un pie deforme. ¡Qué horror! La hija de un arador con un pie torcido, incapaz de trabajar en la granja de su padre, y peor aún pues una deformidad era muy mal visto en las Llanuras. El hombre intentó deshacerse de ella, dejándola abandonada en el bosque para que los depredadores la devorasen, no obstante las vacas del lechero vecino olfatearon su olor y, atraídas por una extraña fuerza, cuidaron de la recién nacida hasta que el lechero la encontró y devolvió finalmente a su familia, pues todos sabían de quién sería hija. Debido a eso, el arador no tuvo de otra que mantener a la bebé con su mujer, a pesar de la desgracia que sería tener una hija "antinatural".
Los años pasaron, la madre murió y la hija del arador, Emmeline, creció siendo repudiada por todos. La ignoraban, se burlaban, no tenía amigos excepto las vacas, quien siempre acababan acercándose a ella, en especial las que la salvaron, todos en las Llanuras decían que Emme poseía magia negra debido a que hablaba con las vacas. Un día, guardias del rey Elmer aparecieron en la aldea para llevarse engañados a todos los hombres solteros a los campos de minerales bajo la excusa de estar en guerra, pero en realidad necesitaban mano de obra esclava. Emmeline intentó salvar a su padre sin éxito alguno. La desgracia acarreó al pueblo días después con un terrible diluvio que acabó con todo, tanto así que el río cercano creció y se desbordó. Emmeline quiso huir, y cuando se dio cuenta que el lechero se iba sin la única vaca de las tres originales que le habían salvado la vida de bebé no estaba, corrió a salvarla de la inundación como pudo con su pie torcido, aunque sintió como la vida salía de los ojos del animal, también un extraño calor recorría su propio cuerpo, antes de que el río la arrastrara.
Despertó días después, en el pueblo vecino de Wander, en casa de los Oak, una rica granja lechera. Una vaca del lechero la había salvado de morir al encontrarla en las orillas del río y con buitres sobrevolandola cuando Owen Oak, heredero de la familia, la encontró. Sin nada de dinero, sin hogar y con su padre obligado por el rey, para agradecerles su hospitalidad aceptó el trabajo de lechera. Owen la llevó al lugar donde hacían la mantequilla para enseñarla, pero grande fue su sorpresa cuando, al momento de Emmeline batir la mantequilla, ésta se convertía en una mezcla oscura. Owen la probó, ¡era chocolate, el más rico manjar que desde hace años nadie había vuelto a ver! Pero con el recién descubierto don de Emmeline, despertaba muchas interrogantes y peligros que deberá solucionar.
Si me quedo un poco más en el resumen, os cuento toda la historia.
La historia está narrada, a lo largo del libro, desde dos perspectivas: la de Emmeline y la de Owen, comenzando con ella relatando su nacimiento y crecimiento en las Llanuras hasta el momento de la inundación en la que arrastró todo el pueblo hasta llevarla a Wander, donde conoce a Owen.
Sobre Emmeline, puedo decir que a pesar de pecar de ingenua, es un personaje fuerte que me encantó y valeroso. Emmeline, como todo descendiente de los Kell y habitante de las llanuras, tiene cabello rojo como el fuego y ojos verdes. Debido a su pie izquierdo malformado, Emmeline es considerada una paria, quizás la única de su gente que la amó fue su madre hasta que murió, pues incluso su padre la trataba con cierta indiferencia pero no parecía odiarla. Emmeline estaba, como cualquier otra chica, enamorada de Griffin Boar, el chico más guapo de (supuestamente) todo Anglund, y habitante de las Llanuras. Griffin era arrogante, pedante y engreído, creyéndose la última coca-cola del mundo. Emmeline es también, debido a las circunstancias en sus primeras horas de vida, muy amiga de las vacas, todas las vacas siempre rondan alrededor de Emme, haciéndola merecedora de otros epítetos burlescos de su gente. Cuando Emmeline está en las lecherías Oak y descubre su poder de hacer chocolate, poco a poco conoce la historia referente a los Kell (que no se aclara sino al final). Acaba siendo secuestrada por Peddler, un comerciante ambulante, esperando que la recompensa por Emmeline sea lo suficientemente alta como para entregarla.
La puja crece hasta que es el mismísimo rey Elmer quien ofrece la cantidad de 5,000 (cinco mil) monedas de oro por la lechera, por la aradora, por la chica de las Llanuras, por la misma Emmeline. Ella sufre tal aventura desde el momento en que salió de las Llanuras que la convierte de un patito feo a un bello cisne (que por cierto, el cisne es el emblema real de Anglund); que la convierte en una chica deforme y simplona, a una mujer valiente, fuerte y leal a los que ama, sin importar su malformación que la hacía imperfecta e indeseada.
Por otro lado está Owen, el principal interés amoroso y segundo narrador de esta historia. Owen es habitante de Wander, hijo de lo Oak, dueños de la más grande lechería del pueblo, y amante de las peleas clandestinas. Owen perdió a su hermana mayor de una fiebre, cosa que causó la sobreprotección de su madre hacia él. Él es... un gryffindor total. Imprudente, aguerrido, fiel a sus convicciones y, mientras más pasaba tiempo con Emmeline, más enamorado quedaba de ella, importándole poco su pie y cojera. Se culpa por no haberla podido salvar de Peddler, tanto así que decide emprender viaje solo en su rescate lo que le lleva a acabar en los mismo campos de minerales donde está el resto de la gente de las Llanuras, entre ellos el padre de Emmeline, por su, valga la redundancia, imprudencia. Puedo decir que el amor entre Owen y Emmeline fue un poco apresurado y muy plano, pocas veces se nos mostraban, por no decir que casi nunca, las interacciones entre ambos excepto a través de narraciones, pero me gustó el desarrollo del personaje y el personaje en sí.
Voy a destacar a cuatro personajes más, comenzando por Peddler, el comerciante que secuestró a Emmeline e inició toda una subtrama más que en un inicio me aburrió hasta poco a poco hacer que me enamorase de este libro.
En un principio este viejo podría caer mal, lo hace cuando secuestra a Emmeline pero si bien no la trata tan mal como se espera, ni actúa como un villano, Peddler tenía buenas intenciones detrás de sus acciones. Su hija tenía lepra, y eso ya le había desfigurado parte de su rostro, algo de lo que Peddler deseaba ocultarla en una casa hermosa y darle todos los lujos con el dinero de la recompensa que daban por Emmeline. Pero la joven, Lana, murió y ya el hombre no tenía nada por el cual vivir. Me conmovió sus últimos momentos en el libro, tanto que me hizo llorar. Aunque Peddle era un viejo rufián, su amor por su hija era genuino.
Luego está Griffin, un patán que ya he mencionado antes. No voy a decir mucho de él, pero quiero destacarlo bajo las siguientes palabras: si la autora, por alguna loca razón me hubiera dejado a Emmeline con este idiota, definitivamente el libro tendría baja puntuación porque, en verdad, Griffin es un imbécil preocupado solo por las apariencias y ni por un segundo me creí su "cambio de sentimientos" al final del libro. Listo, siguiente. El principe Beauregard, o Beau, hijo de la reina Beatrice y el rey Elmer. Beau es diferente a sus padres, él sí siente preocupación por el reino. Es amable, sensible, muy inteligente e ingenioso, pues es un inventor hábil capaz de haber creado un globo aerostático. Cuando lo comprometen a Emmeline, es claro con ella: no compartirán lecho matrimonial y serían amigos, ya que (y es algo que me súper encanto) el querido (y desconocido porque nadie fuera del castillo sabía de su existencia, sí, la reina siente "vergüenza" de él) príncipe es gay y está enamorado de su mejor amigo, el barón de Lime. O-M-G, vaya sorpresa tan encantadora me llevé. Aunque el final urde un plan con Emmeline para finalmente liberar a todo el reino, me hubiera gustado verlo en acción, verlo tomar las riendas de Anglund. Porque sí, el verdadero villano, o villana en este caso, es la reina Beatrice. Descendiente de la reina Margaret, una de las primeras chocolateras y única después de que se ejecutaran a las demás, Beatrice tiene las mismas raíces que Emmeline; aradora, descendiente de los Kell y por lo tanto de las Llanuras... ¡Ah, lean el libro!
El punto es que Beatrice estaba cegada por el odio a sus humildes orígenes, como Margaret, era ambiciosa, no deseaba la humillación de ser alguien tan insignificante. Beatrice era la cabecilla, la que ordenaba los impuestos, la que tenía al reino en miseria, solo le importaba que ella y su marido se regodearan en lujos y oro. Al final son prácticamente expulsados del reino pero, nah, yo quería que ellos pagaran de otra forma.
La historia en sí es sencilla de leer, entretenida, cálida y tiene esos toques sutiles del cuento del Patito Feo. Suzanne es una autora hábil, aunque a veces pecaba con la narración extensa, debo decir que me encantó cómo creó la historia. El Patito Feo no es un cuento fácil de reimaginar, sin embargo esta mujer lo logró al punto que se vuelve uno de mis preferidos a pesar de los dos fallos que tuvo (el romance y el final). Si quieres leer algo simple entre lecturas, para un fin de semana de relajo, apuesta por este libro.
Sobre Emmeline, puedo decir que a pesar de pecar de ingenua, es un personaje fuerte que me encantó y valeroso. Emmeline, como todo descendiente de los Kell y habitante de las llanuras, tiene cabello rojo como el fuego y ojos verdes. Debido a su pie izquierdo malformado, Emmeline es considerada una paria, quizás la única de su gente que la amó fue su madre hasta que murió, pues incluso su padre la trataba con cierta indiferencia pero no parecía odiarla. Emmeline estaba, como cualquier otra chica, enamorada de Griffin Boar, el chico más guapo de (supuestamente) todo Anglund, y habitante de las Llanuras. Griffin era arrogante, pedante y engreído, creyéndose la última coca-cola del mundo. Emmeline es también, debido a las circunstancias en sus primeras horas de vida, muy amiga de las vacas, todas las vacas siempre rondan alrededor de Emme, haciéndola merecedora de otros epítetos burlescos de su gente. Cuando Emmeline está en las lecherías Oak y descubre su poder de hacer chocolate, poco a poco conoce la historia referente a los Kell (que no se aclara sino al final). Acaba siendo secuestrada por Peddler, un comerciante ambulante, esperando que la recompensa por Emmeline sea lo suficientemente alta como para entregarla.
Emmeline tiene el pie deforme de esa manera. |
Voy a destacar a cuatro personajes más, comenzando por Peddler, el comerciante que secuestró a Emmeline e inició toda una subtrama más que en un inicio me aburrió hasta poco a poco hacer que me enamorase de este libro.
En un principio este viejo podría caer mal, lo hace cuando secuestra a Emmeline pero si bien no la trata tan mal como se espera, ni actúa como un villano, Peddler tenía buenas intenciones detrás de sus acciones. Su hija tenía lepra, y eso ya le había desfigurado parte de su rostro, algo de lo que Peddler deseaba ocultarla en una casa hermosa y darle todos los lujos con el dinero de la recompensa que daban por Emmeline. Pero la joven, Lana, murió y ya el hombre no tenía nada por el cual vivir. Me conmovió sus últimos momentos en el libro, tanto que me hizo llorar. Aunque Peddle era un viejo rufián, su amor por su hija era genuino.
La historia en sí es sencilla de leer, entretenida, cálida y tiene esos toques sutiles del cuento del Patito Feo. Suzanne es una autora hábil, aunque a veces pecaba con la narración extensa, debo decir que me encantó cómo creó la historia. El Patito Feo no es un cuento fácil de reimaginar, sin embargo esta mujer lo logró al punto que se vuelve uno de mis preferidos a pesar de los dos fallos que tuvo (el romance y el final). Si quieres leer algo simple entre lecturas, para un fin de semana de relajo, apuesta por este libro.
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